Violencia genera violencia. La matanza ocurrida en El Paso, Texas resulta del desafortunado caldo de cultivo originado por el lenguaje xenófobo del inquilino de la Casa Blanca que normaliza la discrim
10:02 AM 06/08/2019
Eunice Rendón
(6-Ago-2019)
Violencia genera violencia. La matanza ocurrida en El Paso, Texas resulta del desafortunado caldo de cultivo originado por el lenguaje xenófobo del inquilino de la Casa Blanca que normaliza la discriminación y da paso al racismo y al odio en contra de la comunidad migrante, de la mano de una política permisiva de armas en ese país que, según la evidencia internacional, aumenta las agresiones y la letalidad de cualquier tipo de conflicto.
El discurso antimigrante en redes sociales e intervenciones de Trump es el pan de cada día. Tan sólo en Facebook, ha utilizado la palabra "invasión" más de 2,200 veces en el último año. El lenguaje y mensajes importan y tienen consecuencias. Según datos del departamento de justicia de Estados Unidos, desde la llegada de Trump han aumentado los crímenes de odio en contra de migrantes. Entre 2016 y 2017, se incrementaron 18.5% los delitos basados en raza, etnia y orígenes ancestrales. Además, esta categoría constituye el 58% de los ilícitos relacionados con el odio, por encima de aquellos relacionados con el género, la discapacidad o la religión. También, debemos subrayar la violencia y discriminación cotidianas a las que las amenazas y tono del mandatario abrieron la puerta. El maltrato y abuso en el espacio laboral y social en contra de nuestros paisanos también han proliferado. Muchos que antes escondían o controlaban su fobia y animadversión, hoy se sienten apoyados por su Presidente y con el derecho de agredir migrantes.
Estados Unidos concentra alrededor del 50% de los 650 millones de armas que existen en manos de población civil en el mundo. Asimismo, a pesar de representar el 4.4% de población mundial, concentran la posesión del 42% del total de armas de fuego existentes a nivel global. El fácil acceso a estas herramientas letales ocasiona que este país ocupe el segundo lugar en eventos de muerte masivos, solo después de Yemen, al tiempo de contar con una de las tasas más altas en homicidios y suicidios ocurridos por arma de fuego. Sitios como Columbine, Colorado, Massachusetts, Las Vegas y en estas semanas Mississippi, California, Ohio y El Paso, han sido víctimas de ataques atroces, posibles por el acceso a portación de armas de fuego con el que cuentan los estadounidenses, garantizado por la Segunda Enmienda. 89 de cada 100 norteamericanos poseen un arma y 43% de ellos tiene más de una en su poder.
Paradójicamente hace apenas unas semanas, el colectivo Chopeke instaló tres sube y baja conectados entre la frontera de ambos países para visibilizar que lo que sucede de un lado de la frontera impacta en el otro. Este punto fronterizo, que constituye una región binacional, con intercambio cultural, familiar y económico permanente, con el 80% de población hispana del lado estadounidense, es testigo de la tormenta perfecta entre el eco racista y las laxas políticas de armas en la Unión Americana.
Ante este y otros crímenes y eventos de odio de los que nuestros connacionales son víctimas tras la llegada de Trump a la Presidencia, el gobierno de México, además de la oportuna indignación y recursos que en contra de los responsables emprenderá, debe velar por la reparación del daño de las víctimas directas y colaterales, hacer un llamado en contra del lenguaje xenófobo del mandatario que afecta día a día a nuestra comunidad, fortalecer las acciones de protección, prevención y acompañamiento a favor de los connacionales para que conozcan sus derechos, los pasos a seguir e información de interés relacionada con actos racistas y convocar a un esfuerzo conjunto internacional en contra de la xenofobia. Finalmente, considerando que más de 200 mil armas de fuego son introducidas cada año de manera ilegal desde Estados Unidos a nuestro país, es una oportunidad para exigir acciones precisas y urgentes en contra del tráfico de armas que tanto nos afecta.
La autora es doctora por Sciences-Po París y experta en migración y seguridad.