La semana pasada celebramos una reforma limitada, insatisfecha, pero reforma al fin en materia de ejercicio del poder
07:26 PM 06/05/2011
La semana pasada celebramos una reforma limitada, insatisfecha, pero reforma al fin en materia de ejercicio del poder; ahora, asistimos a un nuevo capítulo de parálisis legislativa y la condena de diversos sectores sociales. ¿Cuál es la causa de la ruptura?
Ya no es solamente la "congeladora", el ping-pong legislativo es igual o más dañino que la primera.
Más allá de argumentos subjetivos que culpan al PAN de esconder tras la figura de los "candidatos independientes" una especie de caballo de Troya para derrotar al PRI, debemos buscar las causas de raíz.
Es menester recordar que desde 1997, fecha en que por primera vez el PRI pierde el control de la Cámara de Diputados, se inauguró en México la época que se conoce como gobierno dividido, es decir, el Jefe del Ejecutivo no ha contado con mayoría en el Congreso de la Unión.
En 2000, ganó Fox la presidencia de la Republica, pero en el Poder Legislativo los ciudadanos ordenaron la obligación del diálogo necesario para que toda decisión legislativa integrara el punto de vista de los distintos partidos políticos, y así pareció ser al principio. Así surgió una reforma constitucional en materia de Derechos de los Pueblos Indígenas, pero pronto en lugar del diálogo parece que ha tomado mayor fuerza la política de la extorsión atrás de los grupos políticos hacia el Ejecutivo.
En las elecciones intermedias, el PRI es el grupo mayor, y en lugar de asumirse como el de mayor responsabilidad y mayor oportunidad para legislar con mayores técnicas, lograr fortalecer las instituciones y reglas para la comunidad nacional, utilizan esta oportunidad como herramientas de hostigamiento y presión hacia el presidente que al final se convierte en perjuicio para la nación. Para votar a favor o en contra no necesitan de la alianza y de los votos de ninguno de los otros partidos para tomar decisiones.
Se dijo y dijeron sus principales líderes "gobernaremos desde la cámara" y, ciertamente, la declaración no carecía de fundamento, pero gobernar es hacer para todos, no paralizar para destruir a otro poder. La instrucción popular fue construir entre distintos.
Hago un breve recuento, la Ley de seguridad pública no fue aprobada; la propuesta fiscal promovida por el líder de los senadores priistas tampoco llegó a buen fin; La Ley laboral no solo fue detenida en la Cámara de los Diputados su discusión polariza a muchos de los regulados -entre otros a los sindicatos- y eso que no se determinaba la obligación de transparencia en el ejercicio de las cuotas sindicales; la reforma política fue condenada a perecer y esperar tiempos mejores.
Muchas de las iniciativas aquí enumeradas fueron aprobadas por el Senado, únicamente para ser rechazadas por la "nueva mayoría" en la cámara de diputados.
Las declaraciones, las provocaciones, además de convertir la responsabilidad pública en ring de descalificaciones, no construyen comunidad, no resuelven conflictos comunitarios, no traen la paz.
Especialmente no es la instrucción de los votantes de la pluralidad; dialogar para construir desde los diferentes, sobre las pocas o muchas coincidencias de bien común, paz social o justicia social, que es o debe ser nuestro principal objetivo de aquellos y aquellas que nos dedicamos a ejercer la política.
Rechazar la reelección de legisladores como un mecanismo ciudadano para validar o no el trabajo de los diputados o senadores, no es más que conformarse en ganar las curules a partir de las burocracias partidistas. Indica, que se prefiere “quedar bien” con el líder partidista en turno, y no con el ciudadano. Es temer el veredicto de las urnas.
Objetar las candidaturas ciudadanas –que ciertamente resultan polémicas- pero que en las actuales condiciones, representaría un acicate a los partidos políticos. Definitivamente significaría un incentivo a que los partidos se refresquen; es equivalente a abrir el camino para la reforma de los institutos políticos.
En fin, oponerse a la consulta ciudadana para que esta participe en la definición de temas trascendentes de la vida pública de la nación y eliminar la posibilidad de iniciar leyes por parte de los ciudadanos, hoy en monopolio de los legisladores y del presidente de la república, significa simple y llanamente colocar a los partidos y su interés, por encima de los ciudadanos y el interés general.
Toda esta gama de reformas, perfectibles como es el derecho, se ubican en el terreno de ejercer el poder y deja de lado las reformas para distribuirse el mismo. No temo, afirmarlo: es una nueva generación de reformas, que coloca al ciudadano como el actor principal.
Con el ping-pong legislativo al que asistimos en el cierre del periodo de sesiones del congreso de la unión, han quedado sepultadas hasta conformar una nueva estructura en el Congreso de la Unión.
Desde luego, la nueva conformación del Congreso de la Unión, para no repetir experiencias frustradas, debe ser compuesta por hombres y mujeres de Estado, ya no únicamente de cuadros partidistas.
El rechazo de minutas del Senado concensadas, plurales en su esencia, desechadas por una mayoría priistas, nos indica inobjetablemente que el PRI, no merece el voto ciudadano.
El juicio de amparo interpuesto por maestros de la Universidad de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), en contra de la reforma promulgada el pasado 8 de enero resultó improcedente.