A partir de hoy jueves al medio día y hasta el domingo, la actividad económica de nuestro país, y de muchos países de occidente, se suspenden. Las escuelas, las oficinas, la mayoría de las fábricas
07:52 PM 25/04/2011
A partir de hoy jueves al medio día y hasta el domingo, la actividad económica de nuestro país, y de muchos países de occidente, se suspenden. Las escuelas, las oficinas, la mayoría de las fábricas, pararán para que todas las personas tengan tiempo libre.
Es pertinente para la mayoría este receso, además de que coincide con días de mucho calor antes de la llegada de las lluvias que todos esperamos. Desde el viernes pasado, las salidas a carretera de las ciudades hacia los lugares de recreo están llenas; las comunidades que quieren llamar la atención de la autoridad, puede que aprovechen esta coyuntura para hacerse de una toma de carretera y mover así la preocupación de esa autoridad a la que quieren llamar a resolver su conflicto y/o sacar alguna ventaja por la prisa de la liberación de la vía de acceso a alguno de nuestros innumerables centros de enriquecimiento cultural michoacanos.
En estos días es seguro, al mismo tiempo, que no encontraremos marchas o plantones dentro de la capital michoacana, porque los trabajadores que suelen hacer este tipo de marcha, se irán a cumplir religiosamente con los días feriados que indica el calendario oficial.
Aparece como una paradoja que en un país laico constitucionalmente, como el nuestros, la Semana Santa sea la razón para detener los relojes y permitir que los creyentes acudan a las celebraciones religiosas que recuerdan la pasión y muerte de Jesús, Dios hecho hombre. Y este ceremonial no sólo se reservará a los lugares privados de las iglesias, no; veremos bandas de Judas que van de Huiramba a otros pueblos haciendo travesuras hoy y hasta mañana; nuestras calles adornadas con listones morados, procesiones del silencio por las que caminan algunos encapuchados, otros arrastrando cadenas, y otros más, como en Taxco, Guerrero, cargando gruesas de varas con espinas que se convierten en verdaderas torturas. “El que peca y reza empata”.
Gran parte de la sociedad participará de alguna manera en estas ceremonias-ritos-conmemoraciones, hasta que llegue el domingo de resurrección.
Pero no es la única fecha religiosa alrededor de la cual giran las actividades de la sociedad mexicana, ni su organización social y económica.
En cada pueblo, en cada barrio de cada ciudad nuestra, durante todo el año, hay un grupo encargado de cuidar el altar de un santo, de barrer, de llevar flores, de vestirlo lujosa y cuidadosamente, y también de preparar alimentos para quien viene a una celebración religiosa. Nadie se queda sin comer, nadie sin un vaso de agua. Los encargados de estas fiestas se hacen ayudar de sus familiares, sus vecinos, compadres y amigos para que nada haga falta en el cumplimiento de su responsabilidad, provisión y distribución de alimentos a la comunidad, la propia y las vecinas que llegan a las celebraciones.
Semana Santa, San Isidro labrador, San Juan, o San Pedro y San Pablo, o el 12 de diciembre, o San Judas, pero siempre a nuestro alrededor hay una celebración por la que la comunidad se organiza, se reparte trabajo y se echa la mano.
Es un principio de reciprocidad el que nos mantiene en unidad comunitaria; es una fiesta patronal la que permite la organización para distribuir bienes y construir relaciones entre iguales que a su vez encadena una serie de obligaciones o solidaridades entre todos los miembros de una comunidad. Es una forma de mantener vinculada, relacionada, hermanada, marcándole identidad a una, a varias, a todas nuestras comunidades.
Puede ser que la mayoría de las personas aprovechemos para descansar, para salir de viaje, para visitar a los nuestros. Y muchas veces no nos acordaremos de cuál es la razón originaria de este “puente” vacacional. Insistiremos en la laicidad de la educación, de la organización del estado, de la separación de la iglesia con las funciones públicas. Relacionaremos a los mochos con la defensa de la vida. Pero a pesar de nuestra insistencia en esa laicidad, haremos celebraciones religiosas de boda, de bautizo, de primera comunión propia, de nuestros hijos, de los hijos de nuestros compañeros de trabajo y anhelaremos asistir a las ceremonias religiosas de nuestros jefes.
Cuando alguno de nuestra comunidad muera, acudiremos a la celebración religiosa de cuerpo presente y ahí lo despediremos con mucha prudencia. Y si alguno de nosotros, los laicos, sufre alguna enfermedad, le diremos, y nos dirán más de uno, que estamos orando por su salud, y nos pedirán que lo hagamos a nosotros que “somos creyentes de verdad”.
Y yo me pregunto cada vez que hago conciencia de esta doble vía para creer o no, o para creer y practicar por protocolo, si tiene edad la fe, si es sólo miedo a lo desconocido, si es sentirse anticuado o si es sólo para pertenecer. Extraño la libertad que implica respeto, aceptación y tolerancia, que también refuerza la congruencia.
Sea como sea, en estos días todos tendremos tiempo para convivir, para compartir, para ayudar, para reflexionar. Bienvenida la Semana Santa, y que nos invada la paz.
El juicio de amparo interpuesto por maestros de la Universidad de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), en contra de la reforma promulgada el pasado 8 de enero resultó improcedente.