Ridícula me parece la decisión de nuestras autoridades del orden federal, al dictar auto de formal prisión al creador de las famosas Guardias Comunitarias de Michoacán, Hipólito Mora y a su rival
08:11 PM 12/03/2015
Ridiculez sencilla, ordinaria y común
Arturo CEJA ARELLANO
Ridícula me parece la decisión de nuestras autoridades del orden federal, al dictar auto de formal prisión al creador de las famosas Guardias Comunitarias de Michoacán, Hipólito Mora y a su rival “El Americano”, así como a los elementos de ambos, luego de que éstos se entregaran “voluntariamente” tras intercambiar balazos en la región de la tierra caliente, con un saldo de más de diez muertos, entre ellos el hijo de Hipólito, toda vez que los han dejado en libertad, “porque se dispararon ambos en ¡legítima defensa! (¿¿¿???).
Y los sacaron en lujosas camionetas para regresarlos en helicópteros a sus lugares de origen, cuando a la gente común y corriente le cierran la puerta del cereso en cuanto pisan la calle.
Decisión –repito- por demás ridícula y absurda, porque hubo disparos de arma de fuego, posición de armas de uso exclusivo del Ejército, y por si fuera poco, homicidio de diez cristianos que dejaron en orfandad a sus familias.
Por muchísimo menos que eso las cárceles del país están atiborradas de gente.
Por muchísimo menos que eso, mi amable lector, usted y yo estuviéramos en éste momento en el fresco bote, bajo la sombra y sin la más mínima posibilidad de recobrar la libertad.
Y, pues ridícula se me hace la actitud de nuestro gobierno federal, al permitir que profesores de la CNTE o de la SNTE; que estudiantes normalistas, que los ya revoltosos de Ayotzinapa, que los de Antorcha Campesina, que otras organizaciones sindicales y comunidades indígenas, obstruyan edificios púnlicos, instituciones bancarias, centros comerciales, calles, carreteras y casetas, que roben y secuestren autobuses para luego incendiarlos, que pintarrajeen edificios públicos y destruyan monumentos históricos y hasta patrimonio de la humanidad, sin siquiera tratar de ahuyentarlos; que asalten y roben productos comestibles y gasolina.
Si usted y yo, mi amable lector, lo hiciéramos, seguramente ya nos hubieran dictado cadena perpetua.
No sé si sea debilidad gubernamental, valemadrismo, ingobernabilidad, consentimiento, o qué jijos de la re-que-te-jija pues, pero el caso es que en éste momento en Zamora, un cumplido policía de éste municipio, involucrado en la famosa Fuerza Ciudadana, se encuentra en prisión acusado de mil sandeces, solamente porque éste se defendió de una turba de borrachos y sus familiares, cuando acudieron los polis a responder un llamado ciudadano, luego de que éstos ingerían bebidas embriagantes en la vía pública.
De eso no hablan quienes politizaron la situación y se lanzaron a la calle en busca de ¿justicia?, cuando en éste caso la injusticia es la que se aplica en contra del agente que hizo el disparo en la pierna del joven, que en ese momento al parecer, se encontraba bajo influencias del alcohol.
Eso es lo que no entiendo. Por eso es que la Procuraduría de Justicia de Michoacán, ¡no acata a cumplir la detención del ingeniero Arturo Reyes Martínez!, acusado de fraude y robo, al no entregar los lotes que vendió en su fraccionamiento irregular allá en Jacona, lo que ya causó la muerte de un cumplido ciudadano que le confió el producto de sus ahorros para contar con un lote para la construcción de una vivienda, patrimonio de su familia, al no soportar su corazón tanta injusticia, porque ésta no se imparte de manera justa.
Muchas han sido las órdenes de aprehensión que evadió, porque en todas resultó amparado por el juez, porque desde el interior de la propia Subprocuraduría se le avisaba cuando éstas eran ¿obsequiadas?, como resultado de la corrupción que jamás será anulada de esos sitios, donde se supone están para impartir justicia.
Los Ministeriales solamente se dedican a sacar dinero a las víctimas “pá la gasolina jefe”; pero hacen lo mismo con los victimarios, quienes se pasean libremente por las calles a sonrisa abierta.
Eso es lo que no entiendo de nuestra justicia pues… A ver cómo me va ahora a mí.