Hoy por hoy, en este pantanal sólo existen dos grandes clases sociales: los narco-políticos-empresarios y los otros (nosotros). O sea : los nuevos ricos y los nuevos pobres
07:20 PM 07/07/2014
Las redes sociales han transformado a cada uno de nosotros, desde la comodidad de un sillón o de un Starbucks en “columnista” feroz, comentarista inmediato y, principalmente en un “esclavo” de los trending topics. Por un lado vivimos en la ilusión de una libertad ímpar, por otro lado estamos socialmente paralizados.
Esta parálisis, pasa por la autocensura en los temas fundamentales y sobre la inación política, la falta de participación en la construcción de movimientos incluyentes, alternativos e innovadores frente a la plutocracía narco-política-empresarial que nos rodea.
Dos ejemplos concretos de la ilusión de libertad que vivimos en las redes: conocemos, hasta la saciedad, la opinión de los "comentaristas" facebookeros sobre la detención de Mireles, pero nadie exige la publicación de los datos de todas las licitaciones de proyectos financiados con dineros públicos; tenemos todas las posibilidades virales del humor en red sobre el penal (no fue penal), pero no conocemos casi nada sobre el déficit avasallador en que está hundido el Estado .
Habría que pedirles su opinión sobre la guerra en los diversos puntos de ruptura geopolíticos, el paro, la política, el suicidio, la falta de atención en hospitales, el deterioro en la educación pública… Y también sobre las familias desahuciadas que se quedan con una mano delante y la otra detrás por causa de la crisis y de los milares de desaprecidos y de los muchos autoexilados por miedo a la violencia cotidiana .
En la era del “Big Data”, en que con un “click” de ratón tenemos acceso a millones de megabytes de información, existe un silencio ensordecedor sobre cuestiones fundamentales. Una de esas cuestiones que nunca se aborda es la manera como las mafias postmodernas -alianzas monstruosas entre crimen organizado, iniciativa privada y élites políticas- acaparan los recursos, tejen una teleraña de corrupción y se emparentelan en “dinastias” locales que de bautizo en bautizo, de boda en boda, de presea en presea, rehacen en nuestro territorio, en nuestro estado, un remake diario del “Padrino”.
Hoy por hoy, en este pantanal sólo existen dos grandes clases sociales: los narco-políticos-empresarios y los otros (nosotros). O sea : los nuevos ricos y los nuevos pobres .
Los primeros han realizado en todo su resplandor la vieja ley de Marx sobre el capitalismo: la creciente concentración de riqueza en manos de unos pocos. O sea, de una pequeña élite narco-empresarial-política.
Estamos volviendo al “capitalismo salvaje”, en el que todas las esferas de la economía están dominadas no solo por los ricos, en el sentido tradicional del término, y por los herederos de esa riqueza, sino que estos se confunden con aquellos cuya posicion jerárquica al interior de los grupos familiares en la pirámide operacional de las mafias locales les otorga el control de los recursos naturales y el acceso a las arterias de los recursos públicos.
De modo que, en esta estructura narcopolítica y narco-económica, tiene más importancia la ubicación del individuo en el tablero de repartición de cuotas que el esfuerzo y el talento, las competencias y las destrezas .