Incertidumbres versus optimismo
19:22:11 / 09/07/2018
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Confieso que soy una internacionalista comprometida (solo Dios sabe lo que esto significa como “resistencia “, en los días que corren) o sea, una especie rara en vías de extinción. Una declarada “demócrata” en un período tumultuoso de la política mundial, que no termina de aceptar el resurgir de una ola de nacionalismos fascisantes que han introducido el “tribalismo” como discurso de construcción de mayorías electorales
Llevo desde el 2014 hablando sobre los peligros del estancamiento global. Hace un año predije ( en una de mis fases de “bruja con bolita de cristal”, que es la única función real de los comentaristas en sus columnas de opinión ) que el aspecto más distintivo del año 2018 iba a ser la incertidumbre, impulsada por, entre otras cosas, la política desestabilizadora de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y la ruptura política ( y el enfrentamiento en el gobierno de Theresa May ) a propósito del “ soft Brexit” del Reino Unido , o sea , sobre el (des) acuerdo sobre las formas de dejar de pertenecer a la Unión Europea. Parecía que la única certeza era la incertidumbre – y que el futuro podría tornarse en un lugar muy engorroso. Ahora, tengo la “certidumbre “que no escaparemos de las incógnitas que se vislumbran en el horizonte de los últimos 6 meses del 2018. Tenemos la incógnita AMLO, una probable crisis (otra) del gobierno de Merkel, una Corea del Norte “legitimada” y, dos trenes en trayectoria de colisión – Israel e Irán – en los Altos de Golán.
Hay una serie de preguntas recurrentes que nos hacen a los economistas, que son importantes para las decisiones de las naciones, individuos e instituciones en áreas como la inversión, la educación, el empleo. Son cuestiones fulcrales sobre sus expectativas en cuanto a políticas futuras. Pero, solo son cuestiones vacías En la mayoría de los casos, no tienen una respuesta definitiva y, son inútiles porque no son articuladas de una manera política ni, mucho menos, “científica “. Si lo fuesen, tendríamos, entonces la suficiente información, a partir de la cual podríamos discernir tendencias respecto de las economías, los mercados y la tecnología, y formular predicciones razonables que, a su vez podrían ser transcritas en políticas públicas eficientes. Pero, no es así como hemos estado funcionando. Todo lo contrario.
Es bien verdad, que la época que vivimos nos debería despertar la vena pesimista. Pero, yo continúo irremediablemente optimista. Ninguna comparación es perfecta, pero no hay que olvidar que a principios de este siglo gran parte del mundo también parecía sumida en el caos. Un caos devastador, mucho peor que las incertidumbres existenciales de hoy y, ante el cual estábamos desprotegidos por la ignorancia de sus terribles y sangrientas consecuencias. Hoy, sabemos, porque la historia no lo ha enseñado, cuáles pueden ser las consecuencias, pero, también que instrumentos preventivos aplicar. No dejemos que la confusión se instale. Ni que las escaramuzas contra los mini- Trump aplasten con su ruido los debates nacionales e internacionales.
Tenemos retos: Migración, sociedad de la información, robotización de la producción, etc. Tenemos herramientas: fortalecer sistema educativo, propiciar estado de derecho, “cientificar “las soluciones, optimizar los recursos.
Hagámoslo |