Trump: el racismo como “doctrina” política

Por Teresa Da Cunha Lopes

Resumen: Los tiempos son asfixiantes para los mexicanos en Estados-Unidos y, no nos debemos hacer ilusiones: tenemos por delante una guerra sin treguas de Trump contra México. El racismo anti-mexicano de Trump es un pilar de la “política del caos” de la Casa Blanca, hoja de ruta del golpe constitucional que prepara la derecha radical en Estados-Unidos. No va a desaparecer ni se transformará en una versión soft, “retórica”. México debe resistir la tentación de “pactar” y prepararse para el ataque directo, masivo y violento contra sus connacionales.

Morelia, Mich. ,03 de marzo 2017.-Trump y su círculo inmediato han decidido, desde hace mucho, que las normas no rigen, que los tratados no son vinculantes y que los derechos humanos son una “enfermedad liberal”. En consecuencia, la política exterior de Trump está dirigida a transformar las relaciones bilaterales en continua batalla campal, sin un centro, sin honor y sin equilibrios. Tanto más, que la incertidumbre y el caos internacional son esenciales a “Trump-Bannon” para la realización del golpe constitucional interno.

Para ganar tiempo, confundir los agentes políticos nacionales y desestabiliza negociaciones con los actores internacionales, Trump-Bannon usarán la estridencia como arma, creando cortinas de humo mediáticas para esconder los ejes de las nuevas guerras. Algunas serán comerciales (por ejemplo, contra México), otras “by proxy” a la vieja manera de la “guerra fría” y, otras aún “calientes”, con intervención directa de fuerzas norteamericanas sobre el terreno. Guerra en el exterior, estridencia política interna, tienen como objetivo directo la “de-construcción del estado administrativo “norteamericano, como lo propone el asesor presidencial Bannon, y la emergencia de un nuevo orden mundial, bajo un diseño neofascista.

En este ejercicio de “estridencia política”, y como forma de canalizar apoyos y mantener el empuje de su base electoral, Trump ha escogido dos chivos expiatorios: los migrantes mexicanos y los refugiados musulmanes.

Para eliminar a los segundos, necesita de un “incendio del Reichstag” a la norteamericana, o sea de un ataque terrorista en suelo estadounidense. De ahí, el evidente “llamado” de Trump desde Twitter a un ataque contra Estados-Unidos, del cual ya prepara la opinión pública para transferir la “responsabilidad”, al poder judicial que le bloqueó su orden ejecutiva anti-refugiados: “No puedo creerme que un juez ponga a nuestro país en semejante peligro. Si pasa algo, la culpa será suya y del sistema judicial. Gente entrando a raudales. ¡Malo!“1.

Para neutralizar a los primeros, sólo necesita de mantener vivo el histórico racismo anti-mexicano el cual, medios de comunicación como Breitbart y Fox News (los dos pilares de propaganda y biblias del régimen) adicionan con “alternative facts” que los criminalizan, presentan como un peligro para la seguridad pública y los transforman en la causa-primera de un pseudo declino del país. En este contexto no existe la posibilidad de “acuerdos de interés común”2 ni de “superación de agravios” (salvo en el planeta donde habita Videgaray) ya que es evidente que Trump actúa en pro de una agenda personal de brutal enriquecimiento a partir del poder (que confunde con “interés nacional”) y, Bannon tiene como misión instalar un programa de destrucción del sistema norteamericano, para dar paso a un “nuevo orden” fascitoide.

Así que, debemos interpretar el anti-mexicanismo del ejecutivo norteamericano como lo que es: un instrumento fundamental de la política externa de agresión de Trump y que, además sirve para cimentar, internamente, el apoyo en el Congreso de un partido republicano ferozmente racista.

Al mismo tiempo, el estridente racismo anti-mexicano de Trump-Bannon, permite en el “corn-belt” ,así como en los suburbios industriales en crisis desde el siglo pasado (ej. Detroit), canalizar, a través del mecanismo del “chivo expiatorio “ 3, la ira acumulada en las sociedades fracturadas, acosadas por crisis colectivas, ahogadas en la pauperización, secuestradas en un presente sin futuro, contra el “chivo expiatorio” representado, en el discurso racista y xenofóbico de Trump, por el emigrante mexicano.

Los republicanos toleran la estridencia de Trump contra los mexicanos y contra los musulmanes porque, en la realidad, comulgan del mismo sentimiento racista y no soportan un México pujante, en pleno movimiento. La obsesión anti-mexicana es tan poderosa que han aceptado una crisis de legitimidad del nuevo presidente y están preparados para un asalto al poder, en forma de golpe constitucional, por parte del trío “Trump-Bannon-Miller”. De hecho, es evidente que ya aceptaron la corrupción desde la Casa Blanca y la deriva autoritaria del enfrentamiento del Ejecutivo con los otros dos poderes.

A su base de apoyo, Trump ha prometido poner “a Estados Unidos primero”, tomando prestado el slogan de los aislacionistas estadounidenses en los años 1930, pero cada uno de los programas Trump-Bannon están diseñados para la sistemática marginalización de los “blue collar” y empobrecimiento de la clase media que lo llevó al poder.

En consecuencia, la única forma de contener la violencia social que esos programas generarán consiste en dirigir esa energía para la persecución colectiva contra un grupo específico (el migrante mexicano, el musulmán, el refugiado ), violencia colectiva que empezaría a gestarse gracias a la especial capacidad mimética humana de focalización de la hostilidad sobre determinados individuos (el otro), gracias a que determinados modelos son imitados en su violencia contra otros, lo cual hace que tras el caos total emerja una cierta organización. Un nuevo orden fascista norteamericano que podrá entonces, sofocar los equilibrios de los “pesos y medidas” constitucionales.

Los tiempos son asfixiantes para los mexicanos en Estados-Unidos y no nos debemos hacer ilusiones: tenemos por delante una guerra sin treguas de Trump contra México. Debemos unir todos los esfuerzos en la resistencia activa al programa Trump-Bannon, buscando las estrategias para fortalecer, desde la base, a todos los movimientos políticos, organizaciones no gubernamentales anti-Trump internos, apoyando a las comunidades migrantes y, a través de ellos a las comunidades, ciudades, estados y empresas que ya se pronunciaron por la resistencia. En el plan externo, debemos construir alianzas estratégicas, en particular con la Unión Europea y con China.

Es imprescindible eliminar la tentación de “seducción” y mucho menos caer en el papel de “tontos útiles” en que se están refugiando los países centroamericanos.

No nos engañemos, el racismo anti-mexicano de Trump es un pilar de la “política del caos” de la Casa Blanca, hoja de ruta del golpe constitucional que prepara la derecha radical en Estados-Unidos. No va a desaparecer ni se transformará en una versión soft, “retórica”. México debe resistir la tentación de “pactar” y prepararse para el ataque directo, masivo y violento contra sus connacionales, a quiénes Trump- Bannon transformaron en “chivos expiatorios” que canalizan la ira acumulada de su base electoral.

Notas: 1Fuente Cuenta de Twitter @realDonaldTrump 2Ver artículo publicado en la edición de 23 Febrero 2017 de “El Economista” , http://eleconomista.com.mx/sociedad/2017/02/23/que-se-dijo-tras-reunion-entre-chong-videgaray-tillerson-kelly 3 Ver mi artículo “El Chivo expiatorio”, de 15 de Julio 2014, http://www.atiempo.mx/editoriales/el-chivo-expiatorio-teresada-cunha-lopes/

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