Latinoamérica y el reto de combatir el fenómeno de la corrupción

Rocío Pineda Gochi.

Durante los últimos años, el fenómeno de la corrupción ha tomado protagonismo en la región latinoamericana, con un creciente número de presuntos casos, investigaciones y filtraciones de información, que dan constancia de su presencia, complejidad, arraigo y magnitud en diversos ámbitos de la sociedad. Sin prejuzgar ningún caso en particular, se ha vuelto una constante de la existencia de indicios de este flagelo en la mayoría de ellos.

Recientemente Brasil, Argentina, Panamá, Perú, México y Venezuela, por mencionar algunos, se han visto involucrados en probables casos de corrupción, y hoy día, en el imaginario colectivo y en la opinión pública existe un reclamo generalizado de la sociedad para combatir de manera frontal y definitiva este grave flagelo.

Brasil ha sido un caso emblemático, porque como nunca en la historia reciente se había iniciado un proceso de impeachment (juicio político) contra un presidente y, sobre todo, por supuestos indicios de corrupción, principalmente violación de normas fiscales o crímenes de responsabilidad. Si bien el Senado brasileño se encuentra dentro de los tiempos para decidir si la presidenta es culpable, llama la atención que el jurista fundador del Partido de los Trabajadores, que llevó a la presidencia a Dilma Rousseff y a Lula da Silva, haya sido uno de los que interpusieron la denuncia.

La realidad es que no existe un país en el mundo que esté libre de este flagelo, ya que la corrupción tiene distintas causas y formas de manifestarse. Este carácter multifactorial y multifacético lo vuelve más complejo y requiere de un enorme esfuerzo institucional que involucre la participación de todos los actores de la sociedad.

Desafortunadamente la corrupción en el ámbito político ha favorecido el crecimiento de la inestabilidad institucional y un desgaste de las relaciones entre los individuos y sus gobernantes. La pérdida de legitimidad política que experimentan muchos países, la polarización del poder, la ineficiencia burocrática, la pobreza, entre otros, son problemas que representan retos colosales para los gobiernos y su clase política.

Debemos reconocer que se han hecho importantes esfuerzos institucionales y la realidad latinoamericana exige dar celeridad en la instrumentación de políticas y acciones nacionales anticorrupción. Más allá de reformas legales y nuevos ordenamientos jurídicos, se deben generar mecanismos de fomento a la cultura de la legalidad y a una mayor participación de la sociedad civil organizada.

A nivel internacional existe una importante experiencia, principalmente de los países europeos, sobre mecanismos de transparencia y de rendición de cuentas. En la región tenemos ejemplos de éxito en Uruguay y Chile, que de acuerdo al Índice de Percepción de la Corrupción 2015 de Transparencia Internacional, ocupan el lugar 21 y 23 de los 168 países evaluados.

Aunado a los compromisos internacionales, cada vez más los países latinoamericanos se suman a las iniciativas de gobiernos abiertos, de combate a la corrupción, de fomento a la transparencia y a la rendición de cuentas. Prueba de ello es que en las agendas de los organismos y foros regionales, un tema central es la lucha contra la corrupción. México ha sido uno de los promotores más destacados, con la aprobación de reformas constitucionales que garantizan el acceso a la información pública y la creación de leyes en materia de transparencia.

México actualmente trabaja en la redacción de leyes para el funcionamiento de un Sistema Nacional Anticorrupción. Si bien existen importantes retos, los países han manifestado estar decididos a combatirla de manera frontal, y un gran avance es reconocer la gravedad del fenómeno y tomar cartas en el asunto.

*SECRETARIA DE LA COMISIÓN DE RELACIONES EXTERIORES AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, DEL SENADO DE LA REPÚBLICA.

TWITTER: @RocioPinedaG

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