Protagonistas de la plástica en Uruapan

cuarta parte
11:43 PM 20/10/2013


La Muerte de Mapeco Después de todo, de 1965 a diciembre de 1970 el taller independiente de Mapeco consolidó a un grupo de jóvenes creadores de la región, quienes habrían de continuar con su proyecto, luego de su muerte, ocurrida a raíz del fatal accidente que tuviera en Celaya, el día 31 de diciembre de 1970, hecho que causó gran consternación entre todos los amantes de la cultura y las artes de Michoacán y que incluso la noticia fue mencionada en medios tan importantes como el noticiero de Jacobo Zabludosky. A propósito de su muerte, el profesor Alfonso Espitia manifestaba que: "Manuel que se levantó desde esta tierra, como un Prometeo vivió con pasión, nunca vagando en las tinieblas. Como artista del pueblo se entregó a la conquista de sus grandes ideales, poniendo luz en muchos campos pictóricos, siguiendo siempre la marcha de sus acontecimientos históricos de nuestro tiempo. Tuvo motivos universales sin dejar de ser un auténtico mexicano y se encontró a sí mismo en el trabajo social, cuando descubrió la verdadera naturaleza de la Revolución. Si bien es cierto que nosotros, podemos afirmar que como muchos grandes pintores fue autodidacta. ¿Qué lo impulsaba a recorren el mundo como pintor trashumante? Su anhelo de vivir y su necesidad de saber jamás calmada. Ávido lector de los clásicos, los románticos, los materialistas y los escritores científicos contemporáneos, nutrió su espíritu en el ámbito de sus universalidades, los mercados, las iglesias, las prisiones, los sindicatos, los mítines políticos, los jardines, los caminos, las montañas, los valles, los puertos, los ríos, el mar. Allá en el tránsito matinal sobre las raíces populares, recorrió con el sol su razón y su fe, su amor y su esperanza y su derecho a la libertad y a la paz, formando su concepción de la vida. Los temas predilectos de su lírica y épica pictóricas aparte de sus espléndidos paisajes, fueron los guachitos y los viejitos campesinos. Los alfareros, los artesanos, los obreros, los dirigentes y los héroes de la patria. La estructura filosófica de su humanismo dialéctico se mantuvo incólume en su noble ser telúrico, libre de la acción corrosiva de las tribulaciones y angustias deprimentes o dudas ideológicas. Manuel no ejercitó una pedagogía vana, sino un magisterio creador. ¡Qué gusto tenía al enseñar, con qué entusiasmo les descubría a sus discípulos los secretos del oficio y las reglas de perfección y les mostraba las técnicas más diversas! Sus talleres escuela se guiaban por su propio ideario. El decía: "Como el arte no es un juego sino algo tan serio como la cirugía y la energía nuclear y tan indispensable a la vida del hombre y de los pueblos, como pan o como el sol. Como trabajadores de las artes plásticas, debemos dar a conocer nuestra declaración de fe en esta hora de encrucijadas mentales, de grandes crisis de valores morales y estéticos, sobre todo en la orientación que se da a la enseñanza en los talleres escuelas de artes plásticas. En primer lugar nos pronunciaremos por un arte ligado al oficio y de claros valores comunicativos sin decir con esto que la llamada estética experimental o realista, evite asomarnos a la considerada estética pura. Esto por las mejores causas del pueblo y de la humanidad, porque un taller-escuela así debe ser un laboratorio del alma colectiva, o la causa del entusiasmo creador, donde quedan abiertas a todas horas las ventanas de la poesía, para que el campo entre en aroma y luz. Y si a veces las circunstancias obligaron a imponer los llamados de la inteligencia sobre los del corazón y viceversa, se procurará que las excursiones imaginativas y las tensiones emotivas no caigan en la estéril pasividad o en la retórica destructiva de la sinrazón. Y así como la ciencia no tiene la verdad pero la busca, nuestro trabajo posiblemente no tenga la belleza esperada; pero la buscará partiendo de la sinceridad que es el primer mandamiento en el arte". Jesús Zaragoza Pulido expresa de Mapeco su partida: "En un momento se difundió la noticia, todo Michoacán vistió de luto y allí donde se velaron los restos de Tata Vasco, las quejumbrosas voces de las chirimías y el resonar de los tambores el 30 y 31 de diciembre de 1970 en la Huatápera, despedían las ya quietas manos y los amados ojos del gran Mapeco a quien todavía lo imaginamos enseñando lo que se debe hacer y escribiendo sus excelentes artículos." La muerte de Mapeco fue el motivo por el cual los alumnos se comprometieron a continuar con el taller; y por meritos propios, correspondió a Benjamín García ser el nuevo guía del sendero heredado muchos años atrás por Zalce y continuado el entrañable uruapense, Manuel Pérez Coronado. El 3 de enero de 1971, es decir a días de la inesperado hecho, "Comentarios" llenó sus páginas de información y trabajos elaborados por una gran cantidad de amigos y conocidos del gran pintor, entre ellos, Tomás Rico Cano, Javier Talavera, Manuel Sandoval, Teresa Zaragoza, Jesús Zaragoza Pulido, Alfonso Espitia. En sus "Comentarios Políticos", quien se auto nombraba como Bob Risini, hace unas observaciones muy interesantes pues informa el interés que tenía su alumno Francisco Moreno Duarte, de cambiar de nombre la escuela "Félix Parra" por "Manuel Pérez Coronado". El columnista manifiesta que: "Una gran consternación invade el espíritu de todos los intelectuales y personalidades que, de una u otra forma admiraron al gran amigo Manuel Pérez Coronado. Y siempre así lo hemos manifestado, el mejor homenaje que debe brindársele al hombre destacado, es con la lucha diaria, con la continuación de los trabajos artísticos y políticos que, en este caso, el distinguido Mapeco poseía e impulsaba. Y el primer paso lo ha dado Francisco Moreno Duarte al anunciar públicamente en homenaje, el cambio de nombre de la Escuela de Pintura -Félix Parra- de esta ciudad al de MAPECO, en homenaje al maestro desaparecido; pero creemos que aún deben volver los ideales de aquella gloriosa escuela (la José Guadalupe Posada), que era ni más ni menos centro de cuadros revolucionarios donde Mapeco y demás maestros de arte señalaban el camino de lucha manifiesta a los jóvenes. Y la vuelta de esta característica para uno de los mejores homenajes a Mapeco… Esta nueva escuela -insinuando el columnista que no se trataba de la "Félix Parra"- deberá reagrupar a todos los artistas que se encuentran dispersos y mordiéndose mutuamente". Más adelante Bob Risini sostiene: "Consideramos que la escuela de arte debe de convertirse en no dependiente de la Universidad -dirigida por sus demás miembros y por los que se reagruparían- con realidad de que no pase por la crisis económica que han estado a punto de exterminarlas. Igualmente deben pasarse adelante los trabajos de embellecimiento a las márgenes del Cupatitzio (propuestos por MAPECO), así como la restauración del mural que se encuentra semi destruido en el parque nacional". Por cierto, a Mapeco se le tribuye el haber sido un defensor del río Cupatitzio, pues dentro de sus proyectos propuso la definición de una agrupación que buscara defender al río Cupatitzio en cuanto a los problemas de contaminación que la padecía, la invasión de sus terrenos y la búsqueda de mejoras. Por eso, el 24 de enero de 1971, es decir ni a un mes del accidente fatal ocurrido en Celaya, "Comentarios" informa que el doctor Francisco Solís Huanosto, alcalde de Uruapan, buscaba que el hermano de Mapeco tomara la dirección del Comité Pro-rescate de las Riberas del Río Cupatitzio, ya que era un reconocimiento póstumo al artista local, pues "los vecinos del barrio de Santiago y los ribereños del Cupatitzio, quieren trabajar en el proyecto que fue idea de Manuel Pérez Coronado, como un justo y perenne homenaje al malogrado artista del pincel". Por otro lado, en el segundo aniversario de su fallecimiento, en la portada del ejemplar de "Comentarios", año IV, número 292, 30 de diciembre de 1972, se advierte que a pesar del poco tiempo de haber muerto, el pueblo de Uruapan todavía está en deuda con él y asegura que en cuanto a la historia de la plástica en Uruapan del siglo XX, ésta se divide antes y después de su muerte, pues su trabajo había dejado un semillero de alumnos que continuarían con el ideal artístico de él. "Si pecáramos de sentimentalistas cursis diríamos que a dos años que el indígena siempre sufrido y explotado, no tiene el amigo a quien confiar sus pequeños triunfos y sus muchas penalidades… Que el río Cupatitzio ha perdido a su hijo predilecto que cantaba sus bellezas, al paso de sus correrías uglarescas… que el Parque y la Rodilla del Diablo y las calles torcidas, de tierra y empedradas, no tienen quien les hable con el lenguaje risueño y melancólico del artista", expresa la nota. La opinión del periodista concluye con su afirmación de que la desaparición física de MAPECO es la desaparición misma del fundador y promotor del arte y el medio ecológico en Uruapan. Sin embargo, su proyecto no desaparecería y todo se debe a la entrega de sus fieles discípulos por consolidar un verdadero taller escuela de pintura para Uruapan. Y es que lo debemos valorar de sus alumnos fue la voluntad que tuvieron para seguir trabajando en el proyecto del taller escuela de Mapeco, en donde también se debe reconocer al doctor Arturo Pérez Coronado y en si a la familia del grabador uruapense, quienes permitieron que "los muchachos" siguieran desarrollando sus habilidades teórico-prácticas en el modesto taller que abriera el extinto artista, como se dijo, localizado en la calle Purépechas, domicilio en donde se crearía el Taller Escuela de Arte y Pintura Manuel Pérez Coronado, en honor a su guía y maestro. En la casa de Mapeco, el taller no dejo de mostrar el carácter artístico, social y humano transmitido, legado, por su director, es decir, el espíritu de Mapeco los acompaña y los guiaba. El taller funcionó hasta mediados de 1973 en la calle Purépechas, lo que se confirma con una nota de "Comentarios" incluida en la edición del domingo 1 de abril de 1973, que informa: "Los talleres-escuelas de Artes Plásticas de Uruapan son una herencia de la inquietud del extraordinario artista ahora desaparecido Mapeco, y en ellos se han encontrado su superación dentro de las manifestaciones estéticas- Hace días visitamos el taller escuela que está en la calle MAPECO 30". Sin embargo, posteriormente, salvo una estancia muy corta en la calle Juan Delgado, los talleristas se trasladaron al sitio donde ahora se encuentran sus instalaciones, Emiliano Zapata número 170, colonia Revolución. García Duarte recuerda que el taller MAPECO estuvo durante tres años en la calle Purépechas, y que tuvo una estancia efímera en la calle de Juan Delgado, a un costado de la capilla del barrio de San Miguel. Para después establecerse de manera definitiva en el domicilio que hoy todos conocemos en la calle E. Zapata, colonia Revolución. "A la muerte del maestro MAPECO nos quedamos Mario en Pátzcuaro, que fue donde MAPECO creó otra escuela; en Uruapan Javier Palmerín, mi hermano Reynaldo, Jesús Miranda y yo. Desde que empecé con la escultura en chatarra me dijo: a usted ya no lo voy a mover. Cuando muere el maestro les digo: nos vamos cada quien para su casa o les pedimos a la familia que nos renten y abrimos el estudio del maestro como escuela. Como yo era el más viejo me apoyaron y le puse Taller Escuela de Artes Plásticas y Artesanías MAPECO. Ahí duramos tres años (febrero de 1970- finales de 1973), después me habló uno de los familiares de Mapeco y me dijo que iban a rentar la casa a otras personas por la necesidad económica, porque el maestro nunca acumuló dinero. Lo que le salía de los cuadros era para invertirlo en la escuela, el material y para que a la familia no le faltara nada. Yo les daba doscientos pesos mensuales de renta, pero no les servía de mucho. Me pedían mil pesos pero no podía juntarlos, porque no se cobraba por enseñar. Me fui a buscar a un médico que era amigo de MAPECO y me prestó una casa antigua por Juan Delgado. Juntamos nuestras cosas, nos salimos y ahí se cambió la escuela". La escuela MAPECO, antes de partir a su domicilio definitivo, se consolida en su planta docente, cada uno de los miembros fundadores en su especialización: Mario Herrera y Cecilio Carlos, en la pintura al óleo con espátula; Reinaldo García en el dibujo y la pintura-, Jesús Miranda en el grabado; Javier Palmerín en la polifacética; y Benjamín García obtiene reconocimiento como escultor y líder del grupo. Por eso se dice que el maestro Benjamín contó con la participación de un importante grupo de alumnos y compañeros, entre ellos, Mario Herrera Quintero, Reynaldo García Duarte, Javier Palmerín, polifacético, bueno orador, declamador, dibujante; y Jesús Miranda, apoyados indiscutiblemente por el doctor Arturo Pérez Coronado y José Luis Ríos Romero. Exactamente, fue hasta ese año, 1973, en que al taller se le pone el nombre de Manuel Pérez Coronado, aunque recientemente en entrevista para el diario Provincia, el maestro Benjamín asegura que fue el 16 de enero de 1970.

El Diario Visión
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