Los protagonistas de la plástica en uruapan

segunda parte
11:34 PM 20/10/2013


Surge el Taller Escuela de Arte y Grabado "José Guadalupe Posada" "Manuel es un joven extraordinario, que aprende con gran facilidad las técnicas, es dinámico, pero tiene una virtud por encima de todos sus compañeros, que fueron mis alumnos en San Carlos y que a muchos de los que nos dedicamos a las artes plásticas -escribe- verifica, tiene facilidad de palabra, curiosidad cultural y una gran inquietud social". Alfredo Zalce, México, 1949. El día 8 de agosto de 1953, nace en Uruapan el taller escuela de arte y grabado "José Guadalupe Posada", en honor al precursor de la gran escuela realista de la pintura mexicana, siendo MAPECO su fundador, quien siguiendo los pasos de su gran maestro Alfredo Zalce, concretizó la creación de un espacio público, libre e independiente de cualquier dependencia, para la formación de jóvenes con perfil artístico, mismo que sería el segundo proyecto educativo establecido en el vergel michoacano. El nombre del taller fue el mejor, pues José Guadalupe Posada, había sido un artista revolucionario, representativo del porfiriato, sus grabados son la caracterización crítica y social de una época, precursor de su tiempo, de la estampa y el grabado, ilustrador de corridos, de la muerte, de la tragedia, de la vida, de la rebeldía humana. Una nota aparecida en "Crítica", el 26 de febrero de 1961, dice que "MAPECO regresó a Uruapan con $35.00 pesos para fundar con eso un taller escuela para su pueblo y precisamente con $35.00 pesos tomó seis discípulos… y comenzó a enseñarles las técnicas del arte". La historia del taller Posada corresponde a una meritoria labor emprendida entre los años de 1953 a 1964, bajo la dirección espiritual, ideológica y de enseñanza de su fundador Manuel Pérez Coronado y del cuerpo de maestros. La escuela libre funcionó en tres domicilios, los cuales coinciden con el desarrollo formativo, ideológico y de creación de toda la comunidad del plantel; es decir, director, maestros y alumnos. La primera ubicación que tuvo fue en la calle de Emilio Carranza número 37, junto al local "Servicio Ríos", negocio que atendía todo tipo de reparaciones de partes eléctricas para autos y camiones; es ahí con todo reconocimiento el lugar donde dio a luz el amor al grabado y la pintura: el amor al arte. Aquel pequeño espacio estaba al lado de una cochera y de acuerdo con un vecino del barrio de Santo Santiago, el maestro Felipe Gutiérrez Govea, "cuando uno entraba al taller lo primero que se veía era una reproducción de un grabado del artista J. Guadalupe Posada. En espacio era muy limitada la escuela, a un costado se encontraban los dos salones que albergaban el taller, pero lo trascendental de ese pequeño espacio fue que ahí es donde surgió la plástica uruapense". De acuerdo con varias referencias, el lugar fue conseguido gracias a la gentileza del padre de MAPECO, don Ramón Pérez Espinosa y de su tío, don José Socorro Coronado, quien era el propietario de la finca donde se instaló la escuela originalmente. El mismo pintor uruapense, quien dos años antes de fundar el taller, trabajaba en el CREFAL, de Pátzcuaro, en uno de sus escritos se refiere a aquella sencilla inauguración celebrada el día 8 de agosto del 53: "Allí, en Pátzcuaro, pusimos manos a la obra en confeccionar las hojas volantes, los carteles, pintar rótulos y hacer las invitaciones que se necesitaban para el acto de inauguración." Antes de proseguir con la evolución del taller, vale la pena recordar que en aquellos años, Uruapan era ya una ciudad con muestras de raíces culturales y artísticas, pues había una reconocida comunidad de intelectuales, escritores, poetas, periodistas, profesionistas, maestros, artistas y personas que se identificaban con las actividades culturales, y que, a raíz del establecimiento de la escuela libre serían asiduos visitantes del lugar, entre ellos, recordamos a los hermanos Raúl y José Luis Ríos Romero, Arturo Pérez Coronado, Luis Flores Moreno, J. Jesús Alejandre, Prisciliano Talavera Espinoza, Ramón Ortiz de Montellano, los profesores Bernardo Quesada y Juan Martínez Figueroa, el maestro y dramaturgo Jesús Zaragoza Pulido, el físico matemático Santiago Cendejas Huerta, el Lic. David Gálvez Cárdenas, la Maestra Teresa Silva Magaña, etc. Toda esa comunidad fue un aliciente para el joven directivo y sus discípulos, lo cual se plasmó en sus consejos, apoyo moral y hasta económico de algunos de ellos. El taller debió de haber sufrido muchas carencias al comenzar a operar en 1953, pues aunque moderado, requería dinero para el pago de renta; también para el sostenimiento del salario de dos o tres profesores, la adquisición de materiales de trabajo, libros, papelería, inmobiliario, etc. De acuerdo con Villanueva Manzo, desde un principio su sostenimiento fue a base del trabajo conjunto de profesores y alumnos en la elaboración de impresos y grabados para los contados periódicos que circulaban en la localidad, programas de cine y catálogos a color, carteles de propaganda política, musical y una que otra conferencia o ponencias. Incluso gracias a las actividades de la Comisión del Tepalcatepec, también los estudiantes llegaron a laborar en trabajos de grabado e impresos que solicitaba dicha dependencia federal. En otro orden de ideas, en aquellos primeros años de trabajo para ocupar un sitio en el fomento a la educación artística, debido a la ideología de MAPECO y sus discípulos, el taller llegó a tener problemas con la sociedad radical y conservadora de Uruapan, gente fanática y apegada a la iglesia. En gran medida porque MAPECO fue uno de los que quisieron reconstruir en Uruapan al Partido Comunista -del cual posteriormente se alejó- y al Movimiento de Liberación Nacional, donde luchara al lado del general Cárdenas. Y es que maestros y alumnos ya no aguantaban las ofensas, consignas y atentados de parte de uruapenses que respaldaban el sinarquismo, una corriente ideológica de moda en ese entonces. Se conoce una anécdota que podemos citar al respecto. Por el año de 1956, un grupo numeroso de sinarquistas acudieron al taller para protestar por la existencia de una escuela como la que encabezaba MAPECO "con tintes rojos". Resulta que estando en la puerta del taller, ese grupo radical, comenzó a gritarles palabras obscenas, recriminatorias y ofensivas donde sostenían que ahí se predicaba con el comunismo. Lo cierto es que traían en sus manos una gran cantidad de piedras para arrojárselas a maestros y alumnos, pues su fin era orillarlos a salir a como diera lugar, con el propósito de que ya nunca más existiera un taller de rojos y comunistas en la ciudad. A pesar de todo, a alguien de la escuela se le ocurrió sacar un cuadro de la Virgen de Guadalupe del interior del taller y para calmar los ánimos todos se hicieron pasar como guadalupanos, y al unísono gritaron: ¡Creemos en la Virgen de Guadalupe¡ ¡Creemos en la Virgen de Guadalupe¡ Es muy probable que ésta y otras circunstancias que vivieron "los MAPECOS" -como desde entonces se les identificaría- fue el resultado de que, al tratar de investigar más a fondo sobre la vida del plantel, no es posible disponer de un buen acervo bibliográfico al respecto y si al caso lo hay, nada más se puede encontrar algunas notas que en su momento aparecieran en periódicos locales, tales como "Crítica", "El Noticiero", "La Voz de Uruapan", "La Palabra", entre otros. Sin embargo, se ha logrado reconstruir este periodo de la escuela Guadalupe Posada, gracias a testimonios y entrevistas orales. Así, para finales de 1956, por el conflicto ocurrido con los sinarquistas y muy probable por el incremento de la renta, MAPECO no tuvo otra que cambiar al plantel de domicilio, a unas cuadras, hacia el poniente de la misma calle, en Emilio Carranza No. 118; exactamente en la planta baja de la casa de don J. Socorro Coronado Rubio. Fue cuando el taller ya comenzaba a consolidarse como una escuela más organizada y formal. Surge ahí la que podría llamarse "primera generación del Guadalupe Posada". Sin embargo, aún no se determinaban las horas de clases, se impartía cátedra en un horario mixto, dependía básicamente del número de alumnos; aunque se daban clases todo el día, por decir, nada más se dejaba el receso para la hora de la comida. Maestros y alumnos eran casi una familia, una comunidad. Antes de proseguir es justo dar a conocer algunos datos biográficos de MAPECO, el líder artístico de aquella comunidad de jóvenes talentosos quienes con el paso del tiempo llegarían a convertirse en pintores representativos del arte michoacano moderno, incluso con mayor desarrollo que los estudiantes de Morelia. Dice Jesús Zaragoza Pulido que MAPECO nació el 24 de julio de 1929, provenía de una familia humilde. Su padre fue don Ramón Pérez Espinoza y su mamá se llamó Felícitas Coronado Rubio. "En 1947, se inscribió en la Escuela de Artes Plásticas de San Carlos, dependiente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en donde fue aceptado en grados superiores pues dominaba, para entonces, la técnica del dibujo, y en su pueblo ya lo conocían como MAPECO, por los retratos y caricaturas hechos a sus maestros y compañeros", asegura el dramaturgo Zaragoza Pulido. Practicaba permanentemente el periodismo, la crítica artística, el arte, la poesía y con mucha frecuencia dictaba conferencias por los distintos rumbos de nuestro país y en el extranjero. Al año siguiente de la fundación del taller Posada, a pesar de sus compromisos con éste, MAPECO publicó un cuento de tema indígena con grabados suyos, el cual fue editado por la CREFAL, se trata de "Huachito…", la cual, según Antonio Rodríguez, en una nota publicada el 15 de diciembre de 1954 en el periódico "El Nacional", se refiere al grabado al servicio de las comunidades indígenas aportado por el artista MAPECO, de quien expresa que "después de un año, o más de contacto directo con los indígenas de la región de Pátzcuaro en las actividades específicas del CREFAL, Manuel Pérez Coronado escribió un libro que él mismo ilustró, destinado precisamente a ser distribuido entre las gentes que lo inspiraron". La personalidad de MAPECO era única, escribía que "un taller escuela de Artes Plásticas y Artesanías debería de apoyar a los más desprotegidos, al pueblo, al artesano, a aquellos que tenían grandes carencias económicas, los que no tenían el lujo de contar con los suficientes recursos para estudiar en una escuela, una escuela ostentosa y fuera de nuestra ciudad". En su "Ideario para los Talleres de Artes y Oficios" precisa los conceptos y la misión que habría de tener el proyecto más ambicioso de su vida para los uruapenses: "El estudiante de arte, debe percatarse de su habilidad manual y afición; habrá que darle mañana un oficio o profesión tan digna como todas. La afición pura viene de las clases acomodadas". "La finalidad de un Taller-Escuela, es la de preparar diariamente al estudiante con miras de un trabajo retribuido acorde a las necesidades más urgentes del medio, entrando de lleno en las actividades de un taller como ayudante y participando en trabajos que requieran responsabilidad, las horas de estudio académico estarán sujetas al tiempo que reste del trabajo de base. Indiscutiblemente que un Taller-Escuela, de este tipo, debe contar con una biblioteca, pues de una manera no habría oportunidad de pasar el artesano al campo intelectual que requiere de este arte". Y prosigue: "Necesariamente tienen que ir aparejados, en estrecho maridaje intelectual, los de una pequeña imprenta que le sirva como instrumento de acción cultural en la cual se impriman, Ilustrados, pequeños folletos y conferencias que signifiquen producción regular y propicie una entrada económica segura y constante". Dicho en otras palabras, el plan de MAPECO era crear un modelo de escuela, que pudiera funcionar en Uruapan, pero también, de manera más ambiciosa en todo el país, en todos los lugares donde no había ningún antecedente de escuelas de arte: "Por eso comprendí la necesidad de que en cada pueblo y ciudad hacen falta Talleres-Escuela para el pueblo, y así sin fijarme en los "monos con tranchetes" de la indiferencia, la calumnia y la ignorancia, me lancé a la aventura (que sería un rotundo fracaso) según los más entendidos de establecer un Taller-Escuela de gráfica y pintura confiando más que en todo en la calidad humana del grupo pequeño de inquietos muchachos, que en buena hora con su presencia, fueron el motivo determinante de que se estableciera este modesto rincón de trabajo y estudio". Este es parte del sueño de un gran maestro. Sueño que habría de hacerse realidad por medio del taller fundado aquél mes de agosto de 1953. MAPECO fue muy singular. Alguna vez un periodista tabasqueño comentaba: "Nadie se sorprenda si un día, a la orilla de un camino, en la ribera o en el mero centro de Villahermosa, se encuentra un grupo de gentes que rodean a un hombre que habla. No, no es un mitin político. Tampoco es un vendedor ambulante… Es un hombre que pinta, y cuando pinta, habla y cuando habla, pinta… Siempre sus manos están en acción, ya sea para expresar una idea en el lienzo o para fijar un concepto en la mente de quienes lo escuchan… Se trata de Manuel Pérez Coronado…" Prosiguiendo con la historia del taller, ya en su segundo domicilio, para 1957, la escuela "Posada" -como se le conocía entre la gente del pueblo- contaba con el periódico "El Puño", el que bajo los ideales de MAPECO, intentaba llegar al público lector a través del pensamiento popular, que recogiera las opiniones y comentarios de cada uno de los que estaban interesados en los problemas sociales a todos los niveles. La idea de Manuel era convertir el medio impreso en una tribuna para todos los ciudadanos uruapenses y en particular para los trabajadores. Cabe decir que, en cuanto a los gastos corrientes del taller, fue hasta julio de 1955 cuando obtuvo un apoyo económico del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, aunque también se esperaba el respaldo del gobierno municipal y estatal. Al respecto Paredes Mendoza, asegura que en 1956, MAPECO disponía del respaldo del pago de tres salarios a maestros, uno otorgado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), otro por el gobierno estatal y uno más por el municipal; aunque Villanueva Manzo, advierte que "los apoyos eran más que simbólicos, y casi en nada servían para las necesidades, mucho menos podría esperarse dinero para el gasto de material didáctico de la escuela". Sin embargo, lo que sí es meritorio reconocer fue la inteligencia con que MAPECO consiguió el respaldo académico donde hubo la noble participación de varios maestros y alumnos que con el paso del tiempo serían parte indispensable en la cátedra. Para muestra debe reconocerse al maestro Antonio Díaz López, quien es en realidad el que destacó por su preparación académica y didáctica, adquirida en México, fue el primer colaborador de MAPECO, había llegado en noviembre de 1954, traía en su haber una gran capacidad pedagógica y era de amplios conocimientos. También, la demanda para ingresar al taller iba en incremento, pero nuevamente, don Socorro Coronado debido a que su familia iba creciendo, les pidió el lugar, por lo tanto el taller tuvo que trasladarse, alrededor de 1958, a la calle de Artículo 123, en un caserón de dos plantas, frente a la casa de la familia del conocido Licenciado Juan Barrientos. Para ese tiempo, la escuela ya tenía arraigo entre los uruapenses al contar con la primera generación de destacados maestros y alumnos entre quienes no podemos dejar de citar a: el profesor Antonio Díaz López, Efraín Vargas Mata, Rafael Salmerón H., Francisco Moreno Duarte, Francisco Delgado, Alfonso Villanueva Manzo, el Chenino Sepúlveda, David Cárdenas Melgoza, Francisco Alemán, de Purépero, Michoacán, etc., aunque en ese entonces se registraron no menos de cuarenta alumnos, que por distintas razones no incursionaron en el arte y dedicaron su labor a otras labores. La maestra Gila Alcalá Hernández, Maricruz Figueroa, Antulio Ramírez, Rigoberto Sánchez Pérez de la Luz y Apolinar Ramírez, fueron unos de ellos. De acuerdo con Gaspar Castro, estudiante del taller, éstos eran los maestros y las materias impartidas: el director y maestro de Pintura, Manuel Pérez Coronado; iniciación al Dibujo y Figura Humana, profesor Antonio Díaz López; Taller de Grabado, Efraín Vargas Mata; Historia del Arte, Francisco Moreno Duarte, quien también ocupó el cargo de la materia de Escultor; y en la clase de Taller de Carteles, se encontraba Rafael Salmerón H. Hubo un corto tiempo, tan sólo en 1956 y parte del siguiente, en que el profesor José María Paredes, estuvo dando clases, su llegada había sido porque el INBAL lo comisionó para que trabajara en Uruapan; pero al no coincidir con los ideales de sus compañeros, mejor abrió su propia escuela, en 1957, la que llamó Escuela Libre de Arte y Galería "Manuel Ocaranza", localizada en la calle de 5 de Febrero y Nicolás Bravo, finca prestada por la familia del poeta uruapense Tomás Rico Cano. Por otro lado, gracias a la gestoría de MAPECO, en uno de sus viajes, acudió a la ciudad de México y tuvo la suerte de conocer al director del INBAL, profesor Miguel Alvarez Acosta, quien con gran interés de apoyar el arte que se promovía en la provincia, aprobó el apoyo económico para que los mejores alumnos de la escuela uruapense se fueran a hacer estudios en comunidades indígenas. La estadía del nuevo domicilio en Artículo 123, sería hasta el día en que MAPECO decide alejarse de la dirección del taller, hecho ocurrido alrededor de 1964. En este tercer y último lugar donde funcionaría como tal, habría de consolidarse en toda su expresión tanto el profesorado como el alumnado del taller. Fue cuando se aportó la mayor producción artística en la historia del arte uruapense, contaba con una biblioteca y durante las clases se escuchaba música selecta e instrumental, a sugerencia del maestro Díaz López, era todo camaradería. "Era tanto el amor del "profe toñazo" -como le decían sus pupilos- que tenía en nuestra enseñanza que al tiempo de darnos los conocimientos fundamentales de dibujo y pintura, nos ponía bella música, frecuentemente conversaba con nosotros sobre materias de arte, cultura, era un buenísimo maestro, muy preparado", dice Villanueva Manzo. Antonio Díaz López, por lo tanto, es quien en realidad merece reconocerse como el maestro de mayor pedagogía que tuvo el taller escuela Posada, pues su preparación académica, su calidad humana e intelectual, le permitía desarrollar una excelente relación maestro-alumno, al tener una verdadera vocación de profesor. A propósito, MAPECO creía que en cuanto al desarrollo integral que profesaba Díaz López, el taller debería de ser el principio de una integración a todas las artes, a la pintura, dibujo, escultura, música, danza, literatura, etc., contribuyendo a la formación espiritual y estética del alumno, y así de darle al pueblo la condición para forjar una verdadera Patria. Pero también los demás maestros fueron maestros entregados al proyecto educativo de MAPECO y a todos ellos deben reconocérseles su labor desinteresada y constante. Por otro lado, Gaspar Castro dice que estando el taller localizado en Artículo 123, se marcó el final de su época dorada, aunque hasta el final se caracterizó por "una febril entrega al trabajo plástico". Y es que, a pesar de no contar con un plan de estudios definido, apegado al propuesto por la Secretaría de Educación, y las dificultades de poder desarrollarse como escuela libre de arte, ya para 1958, el TEJGP tenía cierta estructura y era reconocido por Bellas Artes. Estaba considerado dentro de los "Talleres de Iniciación Artística", similar a lo que ahora es el bachillerato o la preparatoria. En la escuela, de acuerdo a palabras de MAPECO, el alumno se dedicaba al conocimiento teórico-práctico del arte gráfico de la estampa y grabado. No operaba el taller con una función altamente oficial en cuanto a lo educativo y del mismo modo en cuanto a una función social conservadora; mejor dicho fue un medio de difusión y propaganda, de creación abierta, incluso más destacado que la radio y el cine, lo que entonces favoreció, pues no todos podían contar con esos medios. Como se dijo, se trabajaba en grabados para periódicos, programas de cine, cartelones a color, carteles de propaganda política, educativa y comercial. Hacían exposiciones, actos literarios, musicales y conferencias. Sobre el talento y producción, dejamos lo que al respecto nos dice Gaspar Castro: "se trabajaba de manera intensa en decoraciones, carros alegóricos y se editó la revista "Avance", de contenido artístico y crítica social, en 1959 miembros del taller fundan el grupo de pintores y grabadores "Diego Rivera", con una fuerte participación democrática, respaldando a diferentes organizaciones, sindicatos de obreros y campesinos, ferrocarrileros, maestros, por medio de trabajos elaborados en el taller, sobresaliendo publicaciones, impresos, manifiestos, carteles de parafina, mantas, volantes e ilustraciones varias. De igual modo se dedican a la elaboración del periódico de "Calaveras", al triunfo de la revolución cubana. Se publica el periódico de corta duración "El Insurgente", y luego otro llamado "El Pico"; se continúa con la lucha contra la corrupción política y gubernamental, contra la carestía de la vida, la lucha por la paz mundial y el rescate del Río Cupatitzio. Todo eso se efectuó con el apoyo con gente como Alfredo Zalce, Alfonso Espitia Huerta, el físico matemático Santiago Cendejas Huerta, Rafael Béjar, Eduardo Limón, primer director de la Facultad de Agrobiología de la UMSNH; el profesor Roberto Reyes Pérez; los arquitectos Arturo Macías y López Rangel; el senador Rafael Galván, don Arturo Apan, el Dr. Prisciliano Talavera, José Ceballos Maldonado, Jesús Zaragoza Pulido, Daniel Zavala y otros muchos simpatizantes que contribuyeron de una u otra manera al desarrollo cultural y social de la región de Uruapan, incluso gente que venía de Morelia, solía llegar a visitarlos como Carlos Arenas, Tomás Rico Cano, Alfonso Espitia, Adolfo Mejía y el mismo Diego Rivera en una visita realizada en 1958 que hiciera junto con su tercer esposa Emma Hurtado, perteneciente a la familia Hurtado de Uruapan, no dejó pasar la oportunidad para conocer el taller Posada. Lo anterior pone de manifiesto la labor social, intelectual y el sentir ideológico que reflejó la escuela bajo la tutela de MAPECO, situación no bien vista por el sistema de gobierno que imperaba en aquella época, siendo un motivo primordial del mínimo apoyo que se le dio al taller al considerársele un foco de insurrección contra del sistema político mexicano. No se le podían otorgar las facilidades para un buen desarrollo educativo a un taller dirigido por un personaje que ponía en evidencia los malos manejos del erario público en todos sus sentidos, la explotación del hombre por el hombre, el racismo, situación que habría de continuar todavía después de la muerte del pintor uruapense y líder moral del taller Guadalupe Posada. Precisamente en su afán de trasmitir a todo el país su pensamiento y obra, a raíz de sus constantes viajes, MAPECO no podía dirigir de manera personal el taller Guadalupe Posada, lo que causó diferentes opiniones entre los profesores y el alumnado. Y es que, supuestamente para entonces el INBAL tenía el interés de apoyar al taller, pero bajo ciertas condiciones, lo que motivó a la comunidad del taller de buscar la forma en que se hiciera cargo del mismo alguien que sí estuviera más al pendiente de su desarrollo, por eso, esta situación orilló a que, estando en el domicilio de Artículo 123 se decidiera ver la situación y el futuro de la dirección. Y es aquí donde se dividiría el equipo de trabajo, al nacer otro taller. El surgimiento emanado del Guadalupe Posada y que se bautizó con el nombre de Félix Parra, fue a causa de un consenso entre profesores y alumnos, que, en 1964, estando en Artículo 123 la escuela, "se le pide a MAPECO que renuncie a la escuela como director, pues casi no la podía atender personalmente", dice Villanueva. Maestros y alumnos se ponen de acuerdo y escogen como posible director de la futura escuela, al Profr. Roberto Reyes Pérez, a quien se veía como buen gestor político para ampliar y mejorar el taller. Al parecer Roberto Reyes Pérez les había prometido que bajo su gestoría habrían de llevarse a cabo algunas mejoras para la escuela en proyecto, la cual en esos momentos no tenía ningún nombre, recordando que el taller Posadas, al renunciar MAPECO, concluyó su servicio. Reyes Pérez partió a México en busca de apoyo económico y de reconocimiento oficial, pero al no tener respuesta favorable habló con los alumnos y profesores y desistió del nombramiento que se le había hecho. Esto debido a que el propio profesor vio difícil que el taller pudiera estar bajo sus manos, por tantas actividades dentro de la Comisión. Fue entonces que los alumnos y maestros por consenso aprobaron la designación como nuevo director al joven maestro Francisco Moreno Duarte, quien para entonces ya se encontraba buscando la reubicación del taller Posada, y quien además buscaba ponerle otro nombre para poder acceder a los beneficios que ofrecía el INBAL a escuelas de arte, literatura y música. La escuela Félix Parra habría de ocupar varios sitios para la enseñanza, hasta que se trasladó a la calle Hilanderos, casi esquina con Américas, donde estuvo durante más de tres décadas, pero sin el apoyo de la gran mayoría de los profesores y los discípulos de MAPECO, quienes mejor prefirieron independizarse o partir a otros destinos. Por un tiempo Manuel se desanimado por haber finalizado su proyecto y de la forma en que se habían dado las cosas, pero muy pronto, en 1956, volvería a fundar una nueva esperanza. Su propio taller. Antes de referirnos al nacimiento del fructífero taller escuela de artes y plástica Manuel Pérez Coronado hoy conocido como "TEAPA MAPECO", dejamos este espacio para hablar sobre los principales discípulos que tuviera el pintor y grabador uruapense, durante la vida del taller Guadalupe Posada.

El Diario Visión
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