La tradición de muertos, más  viva que nunca en la Meseta La tradición de muertos, más viva que nunca en la Meseta

11:22:14 / 04/11/2016

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MESETA PURHÉPECHA.- En todas las comunidades indígenas de la Meseta Purhépecha, las tradiciones de recordar a quienes se han ido, siguen más vivas que nunca; esta conmemoración no es exclusiva de la isla de Janitzio o de la ribera del Lago de Pátzcuaro, igual se realiza en la Ciénega de Zacapu o la Cañada de los Once Pueblos.

Cada uno con su característica particular, pero en esencia, los mismos rituales y usos o costumbres para recordar al que se ha ido; comida, música y bebidas además de coloridos tapetes de flores, se ven en todos los panteones de las comunidades indígenas.

Zacán tiene una particularidad con la danza de Los Soldaditos de Dios. Salen a bailar la noche del 31, para recordar a los niños o quienes no se casaron y que fallecieron en año reciente. El día primero, para los mayores. El dos de noviembre, de todos los santos, se reparte fruta y comida en el panteón de quienes hicieron altares.

“Caído el sol del uno de noviembre los señores jóvenes se reúnen en la plaza; los músicos se buscan para acompañar a Los Soldaditos y los vecinos del poblado se concentran para atestiguar la conformación de la cuadrilla: los más rápidos, los más fuertes, los más intrépidos. Sólo doce soldados, un comandante y el capitán. El pelotón necesita armas, éstas se obtendrán de los arotes (cañuelas) que han dejado las primeras cosechas de maíz en los solares. Armados para defender su condición, con su porte de militares y sus armas al hombro, hacen las primeras demostraciones de fuerza, arrojo y disciplina en la cancha de basquetbol de la plaza. Las almas se concentran en el centro de la vida cotidiana: la plaza del pueblo”.

– ¡Cuéntense! – ha dicho el capitán a Los Soldaditos, ¡Números! –, termina diciendo al comprobar que están completos y que se puede iniciar el recorrido por la población. Cita de un ensayo de Arturo Oseguera Huanosto.

Encabezados por Indalecio Morales y Lucio Ceras, Los Soldaditos toman su ruta, visitarán cuatro domicilios; inician en casa de Tía Elodia Úrsulo y terminan en casa de Mamá Pina Méndez, donde reparten

cientos de nacatamales y de fruta. Los primeros, preparados en casa donde hubo altar y la fruta, de la que es llevada por la gente que visita precisamente dichos altares en honor a la persona que falleció en el último año. La banda Zacanense acompaña al pelotón.

El día dos de noviembre, por la mañana las campanas del templo anuncian que la misa será a las 10:30 en el panteón de la localidad. Al término, se continúa el reparto de nacatamales y fruta hasta donde alcance.

Familias enteras acuden a visitar a sus amigos y familiares. El camposanto es sencillamente un jardín multicolor; muchos llevan alimentos y bebidas. Música del Trío Ilusión con Beto Campos, el norteño Montana del Vaquero o la banda La Huizachera de Ichán, y también el grupo de Chamé.

Los músicos son invitados por los familiares del difunto para que toquen junto a su tumba, aquellas canciones que en vida les gustaban. De todo género, pero principalmente pirekuas se dejaron escuchar.

Así, de esta manera, los vivos recuerdan a sus muertos. Una tradición milenaria que sigue más viva que nunca.